martes, 22 de febrero de 2011

Voy sin musa y con el corazón a voces.

Veo vivir la concurrida ciudad a través de mis ojos, un abismo al horizonte, y es cierto que no era una locura pensar que la tierra es plana y que detrás del horizonte nos caeríamos hacia Dios sabe dónde.
Igual situación la de los corazones cuando dejan de latir acompasadamente, cuando por algún extraño estímulo se aceleran o se retardan a su ritmo habitual. Un abismo se aproxima ante nosotros. Largo. Duro. 
Siniestro. ¿Quién sabe?
Los segundos antes de un beso, la primera mirada del día que nos regala esa persona, el instante en el que se descubre tu mentira, un buen escarmiento o la tragedia de tu familia.
El mundo está lleno de momentos que hacen que nuestro corazón se desacompase, de echo, estudios afirman que pasamos más tiempo con el corazón fuera de su ritmo correcto, debido a nimiedades que hacen que este se percate y cambie su forma de danzar.



En aquel metro de París, sonaba "la vie en rose", y si pudiera te llevaría a aquel momento y te daría un beso de esos que te quitan la respiración y cualquier rastro de tristeza. Ya sabes que mi declaración perfecta sería dándote un abrazo por la espalda mientras lees tu libro favorito. Un abrazo cotidiano y eterno.
No tengo mucho más que decir. Si hoy me encuentro tu sonrisa me doy por satisfecha.

lunes, 21 de febrero de 2011

Como la primera vez..... como si fuera la última.



Êtes-05h02 sur certains ralenti mardi ... Je me levai et j'ai pensé à tu. Sur tes lèvres sur mon cou et les mains sur mon dos. 
Douce, si douce. Je n'ai jamais pensé que je voudrais vous revoir avec tant de ferveur, mais n'est plus un désir, si ce une nécessité.
J'ai besoin de toi, tes baisers.
Je vais dormir juste parce que le temps passe plus vite et quand je demande que tu réveillez à côté de moi.

*

El principal problema
de las personas
muy inteligentes,
es que se niegan a reconocer 
que muchas de las cosas 
más importantes
de la vida
no tienen nada que ver con 
pensar...





La última calada

Tomó aire y miró al cielo. Maldijo a la gravedad por no dejarle llegar hasta las nubes con un solo salto desde su balcón.
Volvió a su habitación con una idea en mente. Buscó entre su colección de viejos vinilos, buscaba ese que le hacía sentir tan bien. Beethoven y su novena sinfonía. Si, realmente le hacía volar.
Qué triste conformarse con unas cuantas notas cuando hay un extenso cielo azul ahí fuera.
No pedía mucho, solo sentir el viento en la cara por última vez viviendo una de esas experiencias que antes le subían la adrenalina a mil.
Miró sus manos arrugadas y sus pequeños ojos tristes ya apagados vieron pasar su insignificante vida por delante. Realmente no fue tan insignificante, pensó.

Todo el mundo que había visto, todos los caminos que recorrió. Cuando realmente aprendió a apreciar la música y a sentirla.
Cada nota le llevaba a un mundo, a una nueva sensación y vivía su vida con ella.
¿Su vida resumida en la música? Quizás. Más bien la música definía cada momento de su vida.
Cuando el vinilo dejó de sonar. Sintió un gran vació. Sus pies volvieron a tierra firme pero su mente seguía cavilando. Seguía bailando con aquellas notas.
En ese momento supo que esos eran los últimos momentos de su vida y no quiso demorar más su marcha. Así era perfecto. 
Echó un pulso a la gravedad y con solo un salto llegó a las nubes.

Olía a fiesta

NEEDIN´NOW!
And need you now...

Live your life.

Paulo Coelho

"Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderéis siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y os impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejareis de intentarlo. Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando.
Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más. Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estabais leyendo esto, os ha venido su nombre a la cabeza..."

Gasset

 Yo soy yo 
y mi circunstancia

El sueño del caracol

 
Sin palabras