Tomó aire y miró al cielo. Maldijo a la gravedad por no dejarle llegar hasta las nubes con un solo salto desde su balcón.
Volvió a su habitación con una idea en mente. Buscó entre su colección de viejos vinilos, buscaba ese que le hacía sentir tan bien. Beethoven y su novena sinfonía. Si, realmente le hacía volar.
Qué triste conformarse con unas cuantas notas cuando hay un extenso cielo azul ahí fuera.
No pedía mucho, solo sentir el viento en la cara por última vez viviendo una de esas experiencias que antes le subían la adrenalina a mil.
No pedía mucho, solo sentir el viento en la cara por última vez viviendo una de esas experiencias que antes le subían la adrenalina a mil.
Miró sus manos arrugadas y sus pequeños ojos tristes ya apagados vieron pasar su insignificante vida por delante. Realmente no fue tan insignificante, pensó.
Todo el mundo que había visto, todos los caminos que recorrió. Cuando realmente aprendió a apreciar la música y a sentirla.
Cada nota le llevaba a un mundo, a una nueva sensación y vivía su vida con ella.
¿Su vida resumida en la música? Quizás. Más bien la música definía cada momento de su vida.
Todo el mundo que había visto, todos los caminos que recorrió. Cuando realmente aprendió a apreciar la música y a sentirla.
Cada nota le llevaba a un mundo, a una nueva sensación y vivía su vida con ella.
¿Su vida resumida en la música? Quizás. Más bien la música definía cada momento de su vida.
Cuando el vinilo dejó de sonar. Sintió un gran vació. Sus pies volvieron a tierra firme pero su mente seguía cavilando. Seguía bailando con aquellas notas.
En ese momento supo que esos eran los últimos momentos de su vida y no quiso demorar más su marcha. Así era perfecto.
En ese momento supo que esos eran los últimos momentos de su vida y no quiso demorar más su marcha. Así era perfecto.
Echó un pulso a la gravedad y con solo un salto llegó a las nubes.
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